En 1976, un balandrista francés y su compañero, MM Ernest Waelder y Noel Wyatt, diseñaban, por necesidades propias, un dispositivo que permitía controlar autómaticamente los movimientos de la botavara de su barco de vela, en sus ejes verticales y horizontales.
Ni pensaban que esta nueva herramienta marina, utilizada hoy por todos los mares del mundo por varias decenas de millares de balandristas, conocería tal auge.
Gracias a su experiencia de las regatas y de la navegación en alta mar, encontraron la solución para eliminar las consecuencias dramáticas para la tripulación y el barco de una trasluchada violenta mal controlada o accidental.
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